jueves, 17 de abril de 2008

EL HOMBRE FRENTE A SU ENFERMEDAD Y EL ACTO MEDICO

Por el Dr. Julio Mendez

I
El estado de enfermedad es definido por Spencer como aquel que impide al organismo establecer un nexo con las condiciones de su entorno. Si podemos adherir por un instante, al mundo de las definiciones, nos estaremos acercando al meollo de nuestra cuestión: el hombre enfermo adolece también de soledad…
Por lo tanto deberemos pensar, evaluar, aprender una lección más, en esta noble tarea del curar, para la cual hemos sido preparados, la cual hemos elegido…
La palabra curar deriva de la palabra cariño. Es a mi modo de ver la exaltación, la elevación a la mayor potencia del mandato bíblico de…“Veahabta Lereaja Camoja”: amar al prójimo, al próximo, ese ser circunstancial que se acerca no solo en busca de su curación, sino y por sobre todo, al encuentro de lo sublime, de lo elevado que hay en mi: mi condición humana.
¿En qué consiste, Ud. se pregunta? ¿Qué es lo que constituye lo humano, la persona? La respuesta está en la capacidad de interesarse por otros seres humanos.
La medida de nuestra condición humana está en proporción directa con el grado en que nos ocupamos de los demás. No más, pero tampoco menos…
Por ello el versículo de Levítico, tercer libro del Pentateuco, no termina solo con “amar al prójimo” –próximo, sus palabras finales son “como a ti mismo, Yo Soy D”s”. Hay una doble configuración “Como a ti mismo” nos indica que NO ERES COMO EL.
Quiere decir, considerar y respetar la perspectiva del otro. La perspectiva del enfermo no es la del médico, ni la de sus parientes ni la de una persona sana.
Pero hay otro aspecto. Esta la dimensión del otro, del que padece y la de quien puede suministrarle aunque parezca insuficiente, la esperanza. Cuando esta relación se establece es cuando, al entender de la Biblia, se da la posibilidad de “ser de D”s” “Yo Soy D”s” - Ani HaShem” -recordemos, concluida nuestra cita.
Es parte de la cura confiar en Aquel que cura…
Hay verdades por cierto, pero debe haber también bondades. Consideraciones. Un abrazo virtual entre bondad y verdad en una realidad de desesperanzas… es cuando llega el tiempo de ver un rostro, no solo un cuerpo; es cuando analizo una situación particular, no un caso típico…
II
El hombre enfermo debe superar entonces su estado de soledad. Tiene dificultades para relacionarse con su entorno. Se aísla. Aunque paradójicamente necesita más que nadie ser continente y a la vez contenido. El aislarse debemos interpretarlo como la imperiosa necesidad de romper con su “complejo de isla”. Complejo en sentido. Complejo en comprender…
Quiere salir pero no puede… No siempre querer es poder en la ecuación humana. Hay veces donde el no poder refleja la fragilidad de nuestros pequeños logros…
El paciente es paciente porque espera. La familia debe salir a su encuentro. Pero no debe ser, precisamente el entorno primario, sus seres queridos, IMPACIENTES.
Aunque el mundo de los opuestos es el fiel reflejo de nuestras propias contradicciones…
Pero si es así entonces, la sensación de soledad, podrá ser inicial y fácilmente combatida: el entorno primario debe ofrecer el antídoto al terrible mal: acompañar, apoyar, estimular, seguir viviendo como si , hablar, superar, y mil verbos mas en una interminable lista de presencia incondicional…
Este primer entorno debe lograr arribar a su PRIMERA ESCALA en el duro proceso de la enfermedad: el CONFIAR… Tener en quien y con quien.
Confiar es poder afirmar lo que siento. Lo que presiento. Confiar es en términos bíblicos, la exaltación del verbo EMUNA - fe en su acepción más cercana.
Cuando el amor se impone “amaras a tu prójimo como a ti mismo” solo allí, podremos seguir leyendo al final de ese versículo “Yo Soy D”s” como dijimos.
Porque el ser humano se da como una manifestación de lo divino. Pero la grandeza del hombre se revela en su poder ser humano…
Hoy nuestro fin de década asociado al fin de siglo, nos augura un porvenir de ciencia y tecnología…
Es cierto no me quedan dudas que la humanidad no habrá de perecer por falta de conocimientos; pero si puede morir por falta de cariño, de amor…
Dice el libro de Éxodo (cap 21:19) “y hará que sea cabalmente curado”. De este versículo deducimos la autorización concedida los médicos para curar, afirman los sabios del Talmud (Baba Kama 85 a)
Najmanides, sabio judeo español del siglo 13, en Gerona, escribía: “El médico no debe abstenerse de ofrecer sus servicios médicos por temor a dañar (involuntariamente) al paciente, desde el momento que se trata de un medico competente y bien preparado. Tampoco debe abstenerse alegando que solo D”s es el sanador de toda carne, porque esto pertenece al orden natural”
Nosotros, humildemente, agregamos: es parte de la cura confiar en Aquel que cura: “…Ki Ani HaShem Rofeeja” puesto que Yo D”s soy tu medico, confirma también el versículo a continuación.

III
Amor y confianza. Compañía y sostén. ¿Quedara resuelto nuestro intríngulis? Tal vez lo esté para quien vea las cosas desde el punto de vista inmediato, del “ya está”, de lo que se resuelve fácilmente… de los que a veces tienen su meta científica en reducir el alma a una cifra…
Y si entonces no está resuelto aún ¿Que le estará pasando al paciente, al hombre que espera y además confía? No dejemos de lado, por favor, las escalas siguientes…
Ahora es tiempo de Temores y Miedos. Y quiero ser cuidadoso con los términos.
Y me referiré al sentido que les concede la concepción bíblica.
Los miedos nos acompañan desde siempre, desde pequeños. Los temores, en mi humilde entender, los incorporamos a medida que crecemos, desarrollamos no solo biología anatomía y fisiología de nuestros cuerpos sino el aspecto espiritual los valores, los afectos, los vínculos.
Sentimos miedo por lo que habremos de tener de enfermo en nosotros.
Tenemos temor, por lo que habremos de perder si nuestra enfermedad no retrocede, D”s no permita.
Aquí la medicina es más que una profesión. La medicina tiene un alma y su llamado implica no solo la aplicación de conocimientos y pericia profesional, sino también la necesidad de hacer frente a una ocupación humana.
Rostand en 1939, en su “Pensamientos de un Biologista” aseveraba: “la ciencia nos hizo dioses incluso antes de que fuésemos siquiera dignos de ser hombres”. Casi 60 años después sus palabras reverberan silenciosas, suplicantes, expectantes…
¿Cómo superar estas sensaciones que confluyen a toda hora, en todo momento, a cada instante en los días del hombre sufriente?
¿Cuál es el bálsamo -si existe- para aplacar tantos dolores, impotencias, depresiones, y por qué no decirlo, hasta el mismo deseo de morir?
El médico no es solamente un dispensador de drogas, una computadora parlante.
El tratamiento de un paciente implica una actitud moral. La misma, intentaremos edificarla, para el que sufre sobre las bases de
1) la verdadera condición humana se revela en la GRATITUD “Olam Jesed Ibane” afirma el autor de los Proverbios.
2) El secreto de la existencia es la COMPRENSIÓN “como a ti mismo”: considerando la perspectiva del otro distinto a mí.
3) Y su significación, manifestada en la RECIPROCIDAD.
Creo humildemente, que los actos más pequeños, más recónditos hacen infinitamente grande al hombre. Gratitud, comprensión, reciprocidad, muestran y demuestran lo más asombroso que poseemos como seres humanos: LO QUE HAY DE LATENTE EN NOSOTROS.
IV
Así entonces planteados los aspectos que hacen al hombre enfermo, su medio, los que median entre esfuerzos, éxitos y fracasos, en tratarlo, atenderlo y por sobre todo entenderlo…
“Yo soy yo y mis circunstancias” afirma el filosofo contemporáneo. Pero ante todo soy Yo, una dimensión humana que se yergue sobre la “imagen y semejanza”, del D”s Creador del Universo. “…a imagen de Elokim lo creo al hombre”, al decir del Génesis.
No hay hombre ordinario. TODO HOMBRE ES EXTRAORDINARIO.
“Dolorem ferre, ergo sum”, sostiene el Rabino Soloveitchik –de bendita memoria- como posible version judía a la tradición cartesiana del Pienso, luego, existo. “Sufro, luego, existo” .Será la tendencia a tener en cuenta según el extinto Sabio contemporáneo.
Y entre ambos criterios, se alzan las palabras, los hechos, de un monumento al conocimiento, el médico y el filosófico, así como el religioso de Rabí Moshé Ben Mamón, Maimónides, quien en su plegaria ruega al Todopoderoso :
“…que me inspire el amor a la ciencia y a Sus criaturas…”
“…En el que sufre, hazme ver solamente al hombre…”
“…Que mis pacientes confíen en mi y en mi arte….”
“…Que yo no descienda y entienda mal lo visible y que tampoco me envanezca, porque entonces podría ver lo que en verdad no existe…”
Para finalizar:
En su lucha contra la enfermedad el médico no está solo, el paciente participa de ella, no como espectador sino como colaborador. Permítanme, por favor, recurrir una vez más a las fuentes bíblicas:
El Salmo 27 ilustra una situación muy particular. Dice el autor, un hombre: “…cuando me ataquen los malvados para devorar mi carne, mis enemigos y mis adversarios, ellos tropezaran y caerán. Aunque me haya cercado un ejército mi corazón no temerá, aunque se desate contra mí la guerra, en esto yo confió…”.
¿Cómo definir al Hombre frente a su enfermedad? Tal vez en los términos del Rey David, como en este Salmo: La enfermedad es el ataque del ejército enemigo. La cura significa el declararle la guerra y dar batalla. El médico, un general sin ejércitos. El paciente: el soldado y el mismísimo campo de batallas. La química: las armas.
Por último, la pregunta ¿Quien decide si el enemigo será derrotado por ESTRATEGIA o por el VALOR?, se preguntaba el Rabino Heschell.
Así el ser humano concebido en la Biblia, es ante todo persona, ÚNICO: “…Aquel que salva un alma en el mundo es como si salvara a toda la humanidad” afirmaban los Sabios del Talmud, que también aseveraban: “…aquel que destruye a un hombre es como si destruyese a toda la humanidad”.
De lo que podemos inferir que así como esta fuera del alcance determinar el valor de toda la humanidad, CALCULAR EL VALOR DE UN SOLO SER HUMANO ES IGUALMENTE AVENTURADO.
Es un INDIVIDUO: carácter único, con capacidad dual -DÚO- no es una combinación de cuerpo y alma sino más bien una UNIDAD DE CUERPO Y ALMA.
Esa unidad requiere un doble accionar: el de la justicia y no la moralidad. El de la Compasión y no de la Misericordia.
Porque por justicia - TSEDEK-, el judaísmo antepone el carácter único especifico de cada caso y caso. Por considerar que no hay dos iguales. Porque está en juego no solo una vida: también la dignidad con que esa vida merece ser vivida. Porque compasión significa RAJAMIM, en hebreo y comprende el sentido de REJEM, el útero materno= Toda la vida, la protección, el entorno. Y para con el enfermo hay que sentir RAJMANUT, no MISERICORDIA, palabra latina que significa cuchillo pequeño, una suerte de daga: aquella que se usaba para terminar con el oponente, una vez torturado y desangrado, cuando el publico circense se cansaba de verlo sufrir: allí se cortaba con la miseria, allí la misericordia…
Rabí Moshe ben Mamón -Maimónides- el sabio medico cordobés, prologaba su plegaria de la siguiente manera:
“Ahora me dispongo a cumplir la tarea de mi profesión.
Asísteme Todopoderoso, para que tenga éxito en la gran empresa.
Que me inspire el amor a la ciencia y a Tus criaturas.
Que en mi afán no se mezcle la ansiedad del dinero y el anhelo de gloria o fama, pues estos son enemigos de la verdad y del amor al hombre y me podrían llevar a errar en mi tarea de hacer el bien a Tus criaturas. Conserva las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma para que siempre y sin desmayo este dispuesto a auxiliar y asistir al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo y al amigo.
En el que sufre, hazme ver solamente al hombre…”



HACIA UN PARADIGMA HUMANISTA EN ENFERMERÍA EN LA VISIÓN DEL ENFERMO TERMINAL

MgSc. Profesora Asociada. **MgSc. Profesora Instructor. ***Doctora en Enfermería. Profesora Titular Jubilada. Escuela de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Valencia. Venezuela.
Palabras clave: enfermo terminal, cuidados, Enfermería.
RESUMEN La visión que debe tener el equipo de salud, en el que se encuentra la enfermera, hacia el enfermo terminal debe ir dirigida hacia el respeto a su dignidad como persona humana, por sus características de individualidad y complejidad que lo hacen responder de forma impredecible a las circunstancias de la vida. En el caso del enfermo terminal se hace necesario que la enfermera asuma una actitud madura, empática, manifestada a través de la compasión por el sufrimiento de este enfermo, ponerse en su lugar ante el temor a la muerte como un hecho desconocido del que se siente débil y vulnerable. El cuidado al enfermo terminal requiere que el equipo de salud y sus allegados lo traten hasta el final con respeto, amor y empatía, por lo tanto este personal requiere una formación sólida en ética para su actuación moral, lo que le permitirá identificar, analizar y reflexionar en forma adecuada, y decidir alternativas ante cualquier decisión en el cumplimiento de sus funciones. Es fundamental reflexionar sobre el cuidado humano que estamos ofreciendo al enfermo terminal cada uno de nosotros en los momentos actuales, ya que el cuidado como una condición humana debe constituir un imperativo moral en la atención del enfermo terminal. El personal que labora en ciencias de la salud debe aceptar que la finitud o terminalidad de la vida no es una desgracia, es una etapa irremediable del ser humano, y la dignidad humana debe estar presente hasta el último segundo de vida en este mundo que el creador nos permite.
Es necesario, estar en concordancia con la tecnología, con la ciencia, pero sin perder la perspectiva de las otras personas, es decir la espiritualidad. La ciencia aplicada a beneficio del hombre e impregnada de sabiduría.

INTRODUCCIÓN
Las instituciones de salud constituyen el escenario donde se desempeñan un grupo de profesionales especialistas en determinadas áreas del conocimiento que bajo un modelo biomédico orientan sus actividades hacia determinados sistemas que estructuran el cuerpo humano. Entre estos profesionales se encuentra la enfermera que es la persona que más tiempo permanece con el paciente y quien le proporciona todos los cuidados para ayudarlo a satisfacer sus necesidades.
Durante el cuidado que la enfermera ofrece al enfermo que está en etapa de finalización de su vida se hace imperativo el respeto a su dignidad como persona humana ya que posee una serie de derechos que deben ser atendidos. El personal de salud siempre debe tener presente que cada enfermo terminal es único e irrepetible y necesita una atención personalizada, única, lo que va a facilitar que éste tenga una muerte digna y en paz.
Por tanto, se hace necesario realizar la presente revisión teórica donde se plasman algunos aspectos que puedan orientar hacia una visión más humana en el cuidado que ofrece la enfermera al enfermo que está en etapa de finalización de su vida.

LA ESENCIA DE ENFERMERÍA EN EL CUIDADO DEL ENFERMO TERMINAL
El paradigma médico clásico llamado Newtoniano, cartesiano, resulta insuficiente a partir del momento en que el hombre es visualizado como una gran unidad. En el paradigma emergente se impone una visión interdependiente del paciente, de sus componentes físicos, psíquicos, sociales y ambientales lo cual lo hace ser complejo1. En consecuencia, el hombre debe ser considerado como un sistema, donde cada una de sus partes están interrelacionadas, lo que significa que el comportamiento de cada parte va a depender del estado de todas las partes ya que todos están interconectadas.

El cuidado que la enfermera ofrece al enfermo terminal debe ser entendido como un acto de interacción humana, significativo, y mediante esta interrelación la enfermera debe considerar al enfermo como un ser holístico, que está interconectado con todos sus elementos, que es dinámico e impredecible en cada una de sus respuestas que puede ofrecer ante elementos externos.

La enfermera cuidadora debe acercarse al mundo del otro para comprenderlo y desde allí fortalecerlo en su propia capacidad de cuidado; para esto, la enfermera debe reconocer su propia vida, la propia percepción para extraerla del análisis de la experiencia del otro, evitando darle su propia interpretación2. Enfermería como profesión debe comenzar a reflexionar sobre nuevas formas de producir saberes que vayan más allá de lo lineal, de lo cartesiano; enfermería, como ciencia humana, debe poner énfasis en las relaciones humanas y comprender la relación del hombre con su ambiente, y cómo ,en un momento determinado, se puede ver afectada su salud.

La enfermera como cuidadora incluye en su práctica profesional actividades que protegen la dignidad del individuo, así como también conocimientos y sensibilidad hacia lo que es importante para los pacientes. La enfermera debe apoyar al paciente mediante actitudes y acciones que muestren interés por su bienestar y su aceptación como persona, y no meramente como un ser mecánico3. En consecuencia, la enfermera no se puede reducir sólo a técnicas actuando de manera mecanicista, sino que su actuación debe ir más allá donde se incluya el afecto, la empatía y el respeto al enfermo.

Todo esto, de una u otra forma está contenido en los derechos del enfermo terminal, lo cual es fundamental que el equipo de salud considere durante la atención que ofrece a este enfermo, en especial la enfermera, que es la responsable de ofrecer los cuidados asistenciales que comprenden la higiene personal, la alimentación, el cambio de posiciones corporales, la aspiración de secreciones endotraqueales, las curas de heridas, entre otras actividades que se convierten en necesidades básicas para el enfermo terminal.

DERECHOS DEL PACIENTE EN ESTADO TERMINAL
Al hacer referencia a los derechos de los enfermos terminales, el Código de Deontología Médica, en el capítulo cuarto de título II, dedica once artículos a señalar la conducta moral que el médico debe asumir frente al enfermo terminal. Allí se señala el derecho irrenunciable del paciente a recibir atención, a ser debidamente informado sobre la verdad de su padecimiento si así lo solicita. El derecho a que se respeten sus ideas y creencias. El derecho a ser atendidos por profesionales competentes. El derecho a determinar la información que puede ser revelada después de su muerte. El derecho a que se le garantice la dimensión humana en sus últimos cuidados profesionales, sin renunciar al alivio del sufrimiento para evitar el uso de medidas extraordinarias de mantenimiento de la vida4.

Considerando lo expuesto por los autores sobre los derechos del paciente en estado terminal se concluye que el equipo de salud trabaja con personas y éstas son el punto focal de su atención. Como profesionales de la salud, el médico y la enfermera aceptan la responsabilidad que implica el tomar decisiones y acciones durante el cuidado de los enfermos, y es durante este cuidado cuando se presentan dilemas éticos; a menudo estas cuestiones éticas no tienen una respuesta fácil y sencilla, es por esto que se hace imperativo que la persona que labora en la salud utilice la capacidad de razonar y la capacidad de sentir empatía hacia los demás, lo que facilitará responder éticamente en un momento dado. Esto implica que la enfermera debe prestar hasta el final, con competencia y compasión, los cuidados al paciente moribundo.

Tanto la muerte como el nacimiento, constituyen los contornos de la existencia humana y son fuente inagotable de reflexiones acerca de la naturaleza humana y su finalidad. Nacimiento y muerte, en la modernidad, merecen la mayor atención ética toda vez que han dejado de ser sucesos naturales para convertirse en artificiales por manipulación tecnocientífica5. Es necesario que el personal que labora en Ciencias de la Salud, en especial los profesionales de Enfermería, reflexionemos sobre la necesidad de reconocer que los enfermos en etapa terminal tienen el derecho a una muerte digna y donde además de las acciones profesionales tendentes a mantener las constantes vitales, la mecánica corporal, la higiene y confort, el cumplir la terapia medicamentosa (cuidados paliativos) también requiere otras acciones de cuidado dirigidos a tratar su dimensión emocional y espiritual, pues hay que tener siempre presente que la persona como ente integral (soma, mente y espíritu) escucha, piensa, siente y percibe todo lo que gira a su alrededor.

Proporcionar un cuidado humanístico al enfermo terminal es valorarlo como persona, como sujeto del cuidado. Es establecer una relación interpersonal entre la persona cuidada y el profesional de Enfermería, donde la presencia física de este ha de ser significativa, demostrando una actitud de tolerancia, sensibilidad, empatía, apoyo, respeto, compañía auténtica hacia la persona que está en etapa de finalización de sus días.

Es fundamental reflexionar sobre el cuidado humano que estamos ofreciendo al enfermo terminal cada uno de nosotros en los momentos actuales, ya que el cuidado como una condición humana debe constituir un imperativo moral en la atención del enfermo terminal.

El personal que trabaja en ciencias de la salud debe aceptar que la finitud o terminalidad de la vida no es una desgracia, es una etapa irremediable del ser humano, y la dignidad humana debe estar presente hasta el último segundo de vida en este mundo que el creador nos permite.

Es deber moral como docentes y enfermeras asistenciales plantearnos las siguientes interrogantes que quizás nos orienten hacia un paradigma humanista en la visión del enfermo terminal:
· ¿Debe existir una selección cuidadosa del aspirante que desea cursar estudios de Enfermería?
· ¿Es necesario comenzar una educación orientada hacia el eje humanístico desde la edad preescolar que incluya la solidaridad, el respeto, el amor a la naturaleza, la paz como un macrovalor, y la tolerancia en las relaciones interpersonales para fomentar el respeto a hacia las personas?
· ¿Es urgente la incorporación de asignaturas como la ética, filosofía en los pensum de estudios de pregrado en ciencias de la salud donde se focalice la enseñanza hacia el respeto a la dignidad humana?.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. ORCAJO, Ángel (2005). Positivismo y Neo-Positivismo en los Paradigmas de la Ciencia. Material Mimeografiado. Pág 10.
2. SÁNCHEZ, Beatriz (2000). Cuidado y Práctica de Enfermería. Grupo de Cuidado. Facultad de Enfermería. Editorial UNIBIBLOS. Universidad Nacional de Colombia. Bogota. Pág: 25 - 26.
3. KOZIER, Bárbara; ERB, Glenora y OLIVIERI, Rita (2001). Enfermería Fundamental. Conceptos, Proceso y Práctica. Editorial Mc.Graw Hill. Vol. I. 4ª Edición. Pág. 19.
4. CONTRERAS, Floreal (2003). Principio de Deontología y Legislación Médica. Guía de Estudio. Maracay, Venezuela. Pág. 14.
5. CELY, Gilberto (2004). Ethos Vital y Dignidad Humana. Colombia. Colección Bioética. 1ª Edición. Pág.87.

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